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lunes, 8 de abril de 2013

¿Cómo entusiasmar a leer a un adulto no lector?

Si usted quiere incentivar a una persona ya adulta a leer, está claro que no puede recomendarle, de buenas a primeras, un libro de la envergadura de Ana Karenina, de León Tolstoi. Y es que por mucho que le haya gustado la película, el lector novato no tendrá la paciencia de descifrar las complejidades de una trama que se extiende por al menos 800 páginas. Y no es un asunto de cantidad: tal extensión requiere habilidades de lectura que se desarrollan con la experiencia de muchos libros. Es como trotar: a mayor ejercicio, mayor resistencia, y mayor disfrute con las tiradas largas.

Es por esto que para quien resuelve iniciarse en la lectura cuando los años han pasado, debe volver a los inicios, y sin sonrojarse, tomar textos de literatura infantil y juvenil. Y es que estos textos están escritos precisamente para personas con pocos años de experiencia en la lectura, sin necesidad de tratarlos como tontos ni de infantilizarlos. Al contrario: este género puede llevarnos a encontrar temas profundamente humanos, hábilmente tratados en historias y formatos que finalmente se comercializan como literatura infantil y juvenil.

Vamos a un ejemplo. "Papelucho", de Marcela Paz, es un libro de no más de 100 páginas que revela las páginas del diario de vida de un niño muy imaginativo. Un lector joven puede identificarse con el personaje, mientras que el lector viejo podrá reírse con las travesuras del protagonista y apreciar  la simpática visión que el niño construye del mundo adulto, gracias a los numerosos guiños dejados por la autora.


¿Y si al lector adulto no le entusiasma leer historias en que siempre los protagonistas son niños? Hay alternativas: "La Luna Colorada", de Hernán del Solar, y "El hombre del sombrero de copa", del mismo autor, es ejemplo de una historia contada para un público de toda edad, desde una perspectiva adulta, sin perder la enorme capacidad de entretener que tiene nuestra querida literatura infantil y juvenil.

Ahí está la clave: la literatura infantil y juvenil está hecha para entretener. Habiendo libros de este género, podremos hacer leer a toda la familia, incluso a aquellos que hace años que no toman un texto en sus manos.

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